Lo pomposo de las escenografías de ETA ya no casa bien con su paulatina irrelevancia. Y todo ello distrae de lo fundamental: ETA tiene que acelerar su proceso de disolución, porque los pasos dados hasta el momento corren el riesgo de perder valor y relevancia si el proceso sigue dilatándose en el tiempo.
El colectivo por fin comienza a asumir la realidad como base de su posición política, a expresar su aceptación de la nueva situación política, a asumir su responsabilidad en las consecuencias derivadas de su actividad [delictiva], a aceptar la legalidad, a aceptar sus condenas; en definitiva, a aceptar el Estado de Derecho.