fHa vuelto esa época del año de las comidas, la familia, los amigos... Pero para la gente que lidia con un trastorno alimenticio, todos los aspectos entrañables de estas fechas se ven ensombrecidos por un peligro inminente: la comida y todo el bagaje emocional que la acompaña.
El punto de partida fue un shock emocional: rompí con mi novio y en poco tiempo perdí 11 kilos. No es que antes estuviera gorda, usaba una talla 38 (62 kg, 1,71 metros), me veía bien y, aunque era más bien glotona, jugaba al tenis y la idea de ponerme a dieta no entraba en mis planes.