Algunos ven en el Solar Impulse un juguete extravagante, construido por pura apuesta. Nadie espera que la energía fotovoltaica pueda hacer volar aviones de transporte. El objetivo del proyecto, sin embargo, no es afirmar un nuevo modelo de negocio, sino demostrar un hecho y promover una idea: el hecho es que la tecnología solar moderna está madura para afrontar los retos más ambiciosos.