El antisionismo es un despojo antiguo, y conviene vigilar que no tenga reminiscencias; el antiislamismo y la arabofobia están en cambio muy presentes en nuestro ámbito cultural, elitista y xenófobo.
El Sionismo Religioso, partido de ultraderecha populista, racista y antiárabe, aupado como tercera fuerza política, puede condicionar la política de Bibi y el modelo de país.