La imagen que los ciudadanos solemos tener de los Servicios de Inteligencia (SI) oscila, entre la idealización, la seducción, la admiración que nos transmiten el cine y la literatura y, por otra parte, la que recibimos de los medios de comunicación cuando informan sobre ellos. En muchos casos, se trata de informaciones sobre actividades que dejan mucho que desear y que llevan al ciudadano a dudar y a desconfiar de la actuación y de la finalidad de sus SI.