La permisividad de las administraciones públicas canarias con las letras de las murgas ha sido una constante. Muchos políticos evitan enfrentarse directamente a ellas para evitar ser la diana de sus críticas. El propio alcalde de Santa Cruz de Tenerife ha optado por delegar en su concejal la gestión de un problema que, hasta ahora, siempre se ha tratado de relativizar en Canarias.