Salir corriendo de la sala para comprar el texto de una obra de teatro contemporáneo que acaba de verse en escena no es lo corriente a no ser que se haya visto un Mayorga o un Sinisterra. Pero uno sale de ver Los amores diversos de Fernando J. López con ganas de comprarse y de leer la obra. Y en esas ganas tienen mucho que ver su actriz protagonista, Rocío Vidal, y su director, Quino Falero, que se muestra tan ducho en el drama como lo hace en la comedia.