Unos amigos montan una fiesta y al despertar todos en casa la escena es digna de Resacón en Las Vegas. Un mono corriendo por encima de los muebles y un murciélago colgando de la lámpara del salón no pueden dejar de hacer reír a los resacosos amigos.
Centrémonos en una noche alcohólica hasta niveles de intoxicación, la exaltación de la amistad, la visión doble, en definitiva, el descontrol. Uno empieza como si nada, una cervecita, un cubatita, y caen dos, llega la media docena, y al final pierdes la cuenta. Después de un fiestón alcohólico, uno se levanta con la famosa resaca.