Actualmente, es incuestionable que la violencia en el lugar de trabajo -sea física o psicológica- se ha convertido en un problema mundial que atraviesa fronteras, contextos de trabajo y grupos profesionales. Y empieza a preocupar seriamente en la Unión Europea, sobre todo por la repercusión económica y sanitaria que tiene para los países miembros este grave riesgo psicosocial.