Ni Tsipras, ni Juncker, ni Merkel, ni el euro, ni la propia UE, podrán salir indemnes de esto. Pase lo que pase el 5 de julio, habrá que amarrarse el cinturón de seguridad. Vienen curvas, turbulencias. No solo para los griegos, sino para todos nosotros, los ciudadanos europeos. Muchos de nosotros, ansiosos de otra Europa, que no llega, y a estas alturas muy hartos de los conductores suicidas que no residen en Atenas.