Llegó la hora del relevo en el Trineo de Viento. Tras 1.500 kilómetros recorridos, tres semanas en ruta, un ascenso de más de 2.000 metros, enfilamos con parte del equipo renovado el último tramo de una expedición que, pese a las dificultades ocasionadas por el calor, sigue adelante con el viento. Por delante nos quedan otros 500 kilómetros hasta llegar al punto de partida.
Las previsiones meteorológicas están fallando en Groenlandia. El tiempo es caótico, el viento rola como nunca antes lo vimos. Y nos está creando dificultades en esta expedición Cumbre de Hielo con el Trineo de Viento de Ramón Larramendi. La última, una nueva e inesperada tormenta de viento y nieve que nos pilló desprevenidos, y es la segunda en lo que llevamos de viaje.
Ha sido una tormenta mucho más fuerte de lo que esperábamos. Comenzó en el turno a los mandos del convoy de Ignacio Oficialdegui y su equipo y fue subiendo en velocidad hasta que no pudieron aguantarla más. Con cero visibilidad por la nieve que caía, resultaba imposible encontrarla, así que mientras los demás intentábamos dormir, agotados, al vaivén de los movimientos de la tienda, el trío luchó para afianzar el equipamiento.
El deshielo está siendo tan espectacular en el interior de Groenlandia que nos ha ralentizado el comienzo. Hasta el punto de que se ha adelantado dos meses, justo en las mismas coordenadas que Ramón Larramendi cuenta que visitó en otra expedición en 1986: hay agua en mayo donde él la vio entonces casi en julio.