La sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea sobre el canon obliga a reformar la Ley de Propiedad Intelectual. Se puede hacer como se ha venido haciendo hasta ahora, a base de parches e imponiendo mecanismos que no contentan a nadie. O, por el contrario, se puede aprovechar la ocasión para tender puentes en un ecosistema digital presente donde conviven nuevos actores y mecanismos de creación, difusión y disfrute de la cultura.
Randy California, líder de la banda Spirit, siempre defendió que Led Zeppelin había tomado su canción Taurus como base para el inicio de Stairway to Heaven; la escucharon por primera vez en 1968, a lo largo de una gira en que actuaron como teloneros para Spirit, y la emplearon sin advertirlo tres años después en el que sería su mayor éxito.
La inspección de la Seguridad Social ha conseguido crear una corriente de solidaridad con los escritores, a los que reclama la devolución de sus pensiones, incompatibles con la percepción de otros ingresos por encima del SMI anual. España sigue anclada en normativas del siglo XX y esta compatibilidad no se contempla. ¿O sí? Cuando uno escudriña la realidad española en esta materia, se encuentra con algunas excepciones.
La falta de políticas públicas de fomento de la cultura, la voracidad global de contenidos culturales gratuitos y la autoperpetuación del negocio cultural en manos de los grupos mediáticos y empresas de telecomunicaciones están convirtiendo a los autores y autoras en una nueva clase desprotegida, que si Marx levantase la cabeza denominaría lumpenproletariado intelectual.
La marca "Je suis Charlie" circula fuera de Francia por medio mundo sin que el Instituto de Propiedad Industria francés pueda controlar todos los usos que se hacen de la frase (en Argentina, sin ir más lejos, se han visto centenares de carteles que proclaman "Yo soy Nisman"), ni aún en realidad oponerse a ellos, aunque tengan fines comerciales.
Nuestro país debe corregir urgentemente el desequilibrio estructural de los mercados tecnológicos cautivos, sin duda muy rentables para las empresas que los explotan, y, en consecuencia, regular e imponer la obligación de que parte de esos beneficios se reinviertan en I+D en nuestro país.
Los artistas que están comenzando a desconfiar de Spotify se aseguran de dirigir sus críticas contra la plataforma sueca, pero eluden cuestionar el modelo del streaming en su conjunto, y mantienen intactas sus relaciones comerciales con Apple, que pretende insertar iTunes a través del servicio Beats Music.