La designación de Jean Claude Juncker como candidato a presidir la Comisión representa una buena noticia, al menos por tres razones: la más importante, que su partido ganó las elecciones al Parlamento; que es un proeuropeo convencido; y que le avalan el mérito y la capacidad.
Cuando se debate sobre quién presidirá la próxima Comisión Europea, conviene evitar que los árboles nos impidan ver el bosque. Es importante insistir en que el nombramiento recaiga en quien ganó los comicios, pero es aún más relevante conseguir que la Comisión sea útil a la UE.
Resultan inaceptables los manejos del Consejo Europeo para desoír el mensaje de los votantes, al día siguiente de unas elecciones que fueron visualizadas bajo la narrativa de "esta vez es diferente".