La característica definitoria de los todo terreno era la tracción a las 4 ruedas, que permite precisamente el rodar sobre pavimentos de baja adherencia (arena, nieve, barro, etc). Era su razón de ser. Pero como el comprador de coche es el sujeto más caprichoso del mundo, lo cierto es que la inmensa mayoría de los usuarios de estos coches en su vida han circulado fuera de la carretera.