La noticia recogida en distintos medios de comunicación la semana pasada es la siguiente: un particular tiene registrada la marca "Podemos!" desde junio de 2014. Exige que el partido del mismo nombre deje de usar la denominación y ha instado una querella criminal en su contra.
El poder se está acercando a Podemos, como ha hecho toda la vida con aquellos que estaban a un paso de llegar a Moncloa. La semana pasada, sin ir más lejos, un empresario turístico disculpó su ausencia de un relevante acto porque había quedado con representantes de Podemos.
Nuestra democracia está dejando de tener miedo a empeorar porque a ratos parece ya destrozada. El malo conocido está dejando de ser la opción de la masa. Preferimos al desconocido. Porque el futuro no es prometedor venga quien venga y los nuevos seguro nos darán la satisfacción del cambio y del desquite.
El papel lo aguanta todo. Un partido político perfectamente puede guardar formas asamblearias, y sin embargo ser uno donde se toman las decisiones de manera vertical, verticalísima, de vértigo. Tres libras de cadera, no es cadera, y un 60% de asamblearismo, no es asamblearismo.
Podemos ha entrado en el ciclo electoral cuando es el turno de las municipales. Tal vez no sea el escenario ideal, pero lo apremiante de la situación de millones de ciudadanos no admite cálculos ni más esperas. De ninguna manera perdamos esta gran oportunidad de consolidar el proyecto, empezando ya mismo a sacar a millones de personas de la miseria.