Cada año llegan a Dakar, uno de los puertos más importantes de África, alrededor de 5000 toneladas de ropa usada destinada a beneficencia que es revendida en los mercados locales. El daño es máximo. No solo personas y empresas se enriquecen con el pretexto de ayudar; la industria textil autóctona nunca podrá desarrollarse por el intrusismo que estamos generando.