La marcha de Casillas es un efecto más del trienio negro del Real Madrid, en el que un personaje nefasto puso en cuestión los valores del club, y se le dejó hacer. Mourinho nunca perdonó a Iker la llamada telefónica a Xavi Hernández (otro mito) para rebajar aquella tensión fascista entre el Real y del Barca. Al final, Iker y Mourinho representan lo mejor y lo peor del madridismo.