Mister Proper avanzó cautelosamente por el corredor. De repente, escuchó voces aproximándose. Le daba pánico encontrarse con alguno de aquellos matones y recibir una nueva paliza, así que abrió la primera puerta que encontró y se metió en un camarote.
En breves instantes, Morgan irrumpiría en la estancia y le apresaría, a menos que... parecía una locura, pero tenía que intentarlo. Sabía que su antiguo rival era un nostálgico irredento y que preferiría mil veces un duelo a la vieja usanza a un ajuste de cuentas contemporáneo.
Mister Proper no tenía reloj, pero estaba seguro de que había transcurrido mucho más que media hora. Dónde estaría ese condenado Capitán Pescanova. ¿Por qué le habría hecho caso? Lo de quedarse en la habitación había sido una idea completamente absurda
Al Capitán Pescanova nunca en su vida le había tocado la lotería, pero aquella noche le ocurrió algo muy parecido. En el preciso instante en que Pringles salía del camarote, tuvo el tiempo justo de esconderse y escuchar la voz de Mister Proper.