Hace poco cumplí los 30. El pánico por no haber tenido hijos, ni haber completado las típicas listas de cosas que hay que hacer antes de los 30, ni haber ganado millones fue reemplazado por esa sensación que te queda después de haber llorado por un ex hasta más no poder: vacío.
No es tanto el aspecto culinario lo atractivo de Masterchef. No todo es positivo en la obsesión de la época que vivimos por la gastronomía. Pero, si uno contempla el programa sin tomarse demasiado en serio la importancia de ser cocinero profesional, puede llevarse varias satisfacciones.
Este año quería hacer un regalo de cumpleaños especial a mi hijo mayor y, dado que las "palabras" es lo que mejor se me da, decidí transmitirle parte de la sabiduría que he aprendido con los años. ¿Quién sabe si las escuchará? ¿Acaso habría escuchado yo a mis padres con 24 años?