Los países en desarrollo, han adoptado el discurso del comercio justo, la sostenibilidad y lo adquirido éticamente, pero en la realidad, esas mal llamadas "soluciones sostenibles" aportan menos de un céntimo de euro por cada taza de café para erradicar la pobreza.
Europa está abandonando su Estado de Gracia, su Olimpo de las Normas, y está haciendo algo que en el lenguaje de la política internacional se denomina llanamente como injerencia: se dirige directamente al pueblo griego para pedirle que vote 'sí' en el referéndum. Está pidiendo la cabeza de Tsipras en bandeja a sus votantes.