El estrés laboral multiplica extraordinariamente su efecto dañino en el ámbito judicial, pues no sólo es un grave peligro para la salud psicológica y física de los jueces/as, sino también para el ciudadano que demanda justicia ante un juez desprotegido y expuesto a altas presiones psicológicas, a excepción de los imputados por corrupción a los que sin duda interesa una justicia postergada.