Juanga era auténtico, la autenticidad que se reconoce y se agradece. Que se envidia. En sus actuaciones fue un provocador, irreverente, transgresor, con una libertad poco usual para expresarse en lo externo y en el sentimiento. Atreverse a llorar, a bailar, a moverse, a dramatizar públicamente con actitudes que lo colocaban en una posición de total confianza frente al público, apareciendo grandioso, amoroso, sencillo, vulnerable.