Algunas personas ayudan a morir dignamente, a que los últimos momentos de una vida sean apacibles, dignos, coherentes. Lamentablemente, sin embargo, algunos tachan a estas personas de medio delincuentes. Muy al contrario, disponer libre y responsablemente de la propia vida es un derecho y ayudar a llevarlo a cabo es un acto solidario, humanitario, tan lleno de dignidad como la propia muerte que se acompaña.