Es tal el sofoco y el hartazgo de los últimos años que los oídos no atienden a razones. No hay sitio para las razones, porque huelen a cobertura. Es difícil que se atienda al argumento de que no todos los políticos son iguales, cuando el listado de sospechosos, inculpados, cómplices, encubridores, responsables jerárquicos u omisores es tan largo.