Un sentimiento de urgencia me empuja a escribir este post. Y es el destino peligroso al que se puede enfrentar un grupo de seis jóvenes artistas llamado Los Chicos de calle, encarcelados preventivamente en Egipto y a los que, con mucha probabilidad, les puede caer una condena de diez años de prisión solo por presentar un producto artístico crítico, basado en el humor.
Por eso resulta cuanto menos extraño que no exista en España un clamor contra las claras evidencias de tortura que existen aquí. El franquismo legó a la democracia una cultura de impunidad que las instituciones democráticas intentan justificar con falacias y mentiras mal maquilladas.
Esta es una historia que rompe el corazón: miles de niños afganos refugiados deambulan por Europa solos, sin padres, sin ayuda suficiente de los gobiernos europeos y en riesgo de caer en la indigencia, la detención y la muerte. Cada día supone una lucha por la supervivencia.