Como padres que somos, sabemos que nuestros hijos nos tienen en un pedestal. Siempre he hecho lo que he podido para enseñarle a mi hija a ser fuerte, a tener seguridad, a defender lo que cree, a confiar en su capacidad y a creer en sí misma. Sin embargo, lo gracioso es que no estoy segura de en cuántas de esas cosas he influido yo.
Quiero que mis hijas vean la salud como una prioridad durante toda su vida, que no dejen de esforzarse por convertirse en las mejores versiones de ellas mismas. Física, emocional y espiritualmente. Mis hijas no recordarán cuántas flexiones podía hacer, ni lo que tardaba en correr cinco kilómetros, ni la talla que llevaba (o la que no llevaba)...
Por ejemplo: no te quedes fuera por pensar que no estás hecha para algo, pues te sorprenderá de lo que eres capaz; no te veas obligada a bajar el nivel por nadie; compartir es vivir, excepto a lo que parejas se refiere; prueba algo nuevo al menos una vez al mes; haz que la gente recuerde quién eres.
Aprender estas 10 cosas es una buena base sobre la que empezar la etapa de la preadolescencia y la adolescencia. Nuestro trabajo como padres consiste en ayudar a nuestros hijos a modelar su vida, aunque ni siquiera nosotros hayamos conseguido aún configurar la nuestra.