España no reconoce a sus héroes, a los que llevamos el peso de la máquina social sobre nuestros hombros. Ese conjunto de funcionarios de segunda fila, "fontaneros" nos llaman con un aire de desprecio los papeles, que preparamos la cinta roja antes de que el jefe, ese incapaz de buena familia, inaugure la nueva línea de Metro, el nuevo mercado.