Después de 16 horas seguidas viendo este canal, siento como si estuviera en un sueño febril. Soy consciente de que este batiburrillo de desinformación empezará mañana de nuevo. Espero que este experimento no me haya afectado al cerebro.
En tiempos de coronavirus adquieren gran importancia los climas emocionales de indignación y odio que se persiguen a través de la distribución de noticias falsas.