Ahora todos escribimos. Nunca antes había existido un tiempo en la historia en el que todas las generaciones de todas las clases sociales hicieran uso del lenguaje escrito. La era digital y las redes sociales auspician la pérdida del control hegemónico del lenguaje oral. Pero esta transición no está siendo fácil.
Está claro que la vida parlamentaria podría volverse bastante más interesante (o cuando menos variada) si se animase a los políticos a conocer y emplar a diario todos los recursos de la elocuencia, no sólo los aznarinos.