"La escuela pública catalana ha dado lo mejor de Cataluña, que bebe de Marti Pol y de García Lorca, la Cataluña de Estopa y la de Txarango, la de Jordi Évole y Pérez Andujar", afirmó Joan Mena.
Había una vez un profesor de filosofía jubilado que pensaba que con las manifestaciones y concentraciones tradicionales el poder no se suele dar por aludido ni concernido, por lo que decidió pasar tres años colocándose en silencio y pacíficamente en un lugar cercano a la vivienda de alguna autoridad para denunciar los recortes o alguna situación indeseable para algún sector de la ciudadanía.
La escuela libre no produce súbditos, ni piezas programadas para encajar en el engranaje, sino mentes librepensadoras y creativas. Los niños libres no están atocinados ni son unos inútiles, se puede tener una conversación normal con ellos, entienden el mundo que les rodea. Son otra cosa.