Seguro que te suena esta frase. Fue pronunciada por un explorador a finales del siglo XIX al encontrar al famoso Dr. Livingstone tras meses de búsqueda por África. Lo llamativo del caso es que mucha gente al menos conoce la frase, y con ello, el nombre de Livingstone, pero casi nadie recuerda cómo se llamaba quien realmente merece ser recordado, que fue quien lo encontró.