A la universidad española aún le queda un largo trecho para ponerse a la altura que debería ocupar, en virtud de la riqueza y peso internacional del país. La disfuncionalidad se encuentra en un modelo de contratación que ha favorecido la endogamia: el 73% de los profesores ejercen en donde estudiaron.
En EEUU no hay ninguna agencia gubernamental de evaluación del profesorado que habilite a nadie para enseñar. Ni falta que hace. Son los propios centros los que se aseguran de que contratan a los más capaces por la cuenta que les tiene. Ayuda que hay competencia entre universidades y suficientes incentivos salariales y profesionales para fomentar la movilidad. Pero sobre todo que la información fluye y hay transparencia en los procesos de contratación.
El día que las universidades en España se rijan por criterios que tengan que ver con las leyes de mercado y la competencia como cualquier actividad productiva, la endogamia será historia porque no se la podrán permitir. Sólo hay que echar un vistazo a las escuelas de negocio españolas.