Mi hijo Lucas se operó de elongación de huesos a final de noviembre del 2013. Tardó mucho en bajarse de la silla de ruedas, pero en el proceso ha crecido 15 centímetros, y este será su primer verano sin escayolas. Deseé haber sabido más acerca de lo que nos esperaba: por eso estamos terminando un documental, y necesitamos tu ayuda.
Todavía recuerdo cuando una noche Lucas y yo nos sentamos en la mesa de la cocina, en casa de mi padre. Me dijo que esto era lo peor y que nunca acabaría, lloraba sin parar y yo ya no sabía qué hacer. Pero después de todo el esfuerzo, vale la pena ver cómo ahora la cosa va genial y él llega mejor a todo.
Bueno, pues ya casi estamos acabando esta dura operación, aunque luego haremos otras dos. Pero todo lo malo tiene una parte buena, y ahora Lucas nada solo. Ahora puede caminar en muletas y ya no le ponemos el soporte de las piernas en la silla de ruedas.
Al colegio voy casi todas las horas, pero decidimos que las de la tarde me las saltaría porque andaba muy cansado. Dormir con hierros es difícil y no siempre descanso del tirón. A las cuatro viene mi profe de apoyo. Los lunes, miércoles y viernes viene David, el fisio. También un ATS, Sergio.
Lucas nos está enseñando una lección impresionante a todos sobre cómo se siente uno cuando va por la calle y todo el mundo le mira. La próxima vez que miréis a alguien con malos ojos, como de asco, y que penséis que esa persona es rara... Poneos en su lugar y pensad cómo lo debe estar pasando.
Me llamo Lucas y tengo 13 años. Nací con una condición que se llama acondroplasia. Vamos, que soy bajito. Muy muy bajito. A las personas con acondroplasia algunos nos llaman enanos. Es una palabra que puede llegar a ofender, según te la digan. Este año me están operando para ser más alto.