Tienes 45 años y eso es lo que hay
Estás vieja, lo sabes, ¿no? Las rodillas no te duelen por aquella vez que fuiste al gimnasio o por tu famosa caída de bici con doce años. Ni siquiera puedes escapar de los granos, ni por supuesto de la gravedad. Es culpa de la anticuada costumbre que tenemos de envejecer. Los 45 no son los nuevos 30, esos treinta los perdiste hace muchos años y no los vas a recuperar.