Todos aquellos que se sienten capaces de hacer de las suyas saben que esta sociedad es incapaz de hacer algo por impedirlo. Estamos llenos de personajes para quienes la vanidad de sentirse invencibles es una patente de corso.
No podemos permitir que destruyan esta ciudad a golpe de talonario, vengan de donde vengan, con la idea más o menos explícita de convertirla en un parque temático homologado con cualquiera de esos que se crean en los Estados Unidos o en los Emiratos Árabes.
Al comparar la situación de la política en Noruega y en España, hay factores que llaman poderosamente la atención. El primero es la dedicación del político. En Noruega, en el plano local, casi no se concibe al político profesional. Otro es quién fija las remuneraciones de los políticos.