La puerta abierta es no solo una más que estimable película, rodada con mimo, tierna e intensa, dolorosa y compleja, sino también todo un pretexto para que nos atrevamos a mirar donde no solemos hacerlo. Ni siquiera cuando socialmente abrimos los debates que tienen que ver con la discriminación interseccional que sufren las mujeres. Seamos, como decía Carmen Machi el otro día en una entrevista, generosos y comprensivos con las prostitutas