Parlamentarizar nuestra democracia supone aceptar que el pluralismo político pueda, ocasionalmente, delinear mayorías claras, directamente de las urnas; o pueda, alternativamente, dibujar parlamentos complejos con situaciones abiertas, en las que pueda darse cauce, condicionadamente, a un Gobierno de aliento corto, con el encargo asumido de cumplir un conjunto o rango limitado de objetivos políticos o legislativos