Una cosa es que un rey tenga derecho al descanso de fin de semana, como todo hijo de vecino, pero otra muy diferente es lo que se preguntan muchos belgas y otros tantos ciudadanos europeos: ¿Qué hacía el rey de los belgas en el lujoso hotel Sofitel de Quiberon, en la Bretaña francesa, el fin de semana del 21 de noviembre pasado cuando su país se enfrentaba a una crisis de proporciones colosales?
Mariano Rajoy no ha tenido mucho éxito con sus plegarias. En días, quizá en horas, el presidente del Gobierno español tendrá que mojarse y decidir qué tipo de ayuda, cómo y cuándo, va a prestar España a Francia para luchar contra el DAESH y el terrorismo yihadista. No es que lo diga ya el primer ministro francés, Valls, es que en las filas del PP y en el entorno del Ministerio de Defensa e Interior saben, hora a hora, que el momento de la verdad se acerca.