No es que los españoles leamos más, sino que vivimos felizmente dentro de las páginas del Lazarillo de Tormes o en las de El Quijote. Ahora resulta que a Artur Mas no se le juzga por desobediencia y prevaricación, sino por el simple y valeroso hecho de "poner unas urnas", por demócrata, por defender la democracia.