En algún momento, la teoría del apego pasó de ser un saber de la psicología del desarrollo a una obsesión que hoy se está instalando como operador biopolítico. Lejos de negar la importancia del apego como conducta, me preocupa el modo en que el concepto se instala, ahora como un ordenador de madres: las de crianza con apego, y las otras, las desnaturalizadas.