A la mayoría de nosotros, el 22 de diciembre nos pasará como al protagonista del anuncio, no habremos comprado el décimo premiado, pero no vendrá Antonio a regalarnos 399980 euros. Las emociones se contagian y, tras ver el anuncio, yo no quiero estar triste ni arrepentirme si no me toca el Gordo. A mí me gusta la alegría, y lo siento, alegría no es lo que me provoca el anuncio.