Desinflar eufemismos, construir puentes aquí y explorar este fructífero campo intermedio entre el discurso elitista y la banalidad son tareas de las que se ocupa Mairena. En este contexto, reivindicar su figura significa legitimar el valor de verdad de un discurso político articulado a partir de esa gramática popular, de "lo que el pueblo piensa y siente, tal como lo siente y piensa, y así como lo expresa y plasma en la lengua que él, más que nadie, ha contribuido a formar".