Hace ya bastante tiempo que apenas se escuchan propuestas para caminar, para construir. Ante amenazantes futuros, se ha impuesto una lúgubre mirada defensiva en la conciencia occidental. Eso a pesar de que, con la gran cantidad de graves problemas existentes, seguramente vivimos en la sociedad más confortable -opulenta, siguiendo el adjetivo de Galbraith- que se haya conocido en la historia. Pero el atisbar un futuro con más sombras que luces se ha convertido en nuestro tópico. Nuestra brújula no encuentra la isla de Utopía.