Anatomía del gusto
La buena estrella de Cebo
Hacía algunos años que el Hotel Urban, situado junto al Congreso de los Diputados, no contaba con un buen restaurante. Pero han tenido la feliz idea de sacar a Yeyo Morales de Ramsés y darle el espacio y la libertad que necesitaba para desarrollar su cocina. El resultado se llama Cebo, y podríamos decir que que ¡ha nacido una estrella!
Más bistrós y menos tascas VI
Nino Redruello es un joven restaurador heredero de uno de los establecimientos más longevos y concurridos de Madrid, La Ancha, algo más que una casa de comidas, pero menos que un bistró. Podría haber elegido, como tantos, ser el peor de los cocineros modernos, pero ha decidido, menos mal, ser el mejor de los tradicionales. Por eso su cocina es burguesa y popular aunque llena de toques de contemporaneidad. Acércate a probarlo a su restaurante Fismuler.
Bibo, prestigio busca fama
Trataba el Financial Times la última novela del gran Ian McEwan, Nutshell, como "un caso de un maestro carpintero en estado de aburrimiento que intenta el bordado". Sin exagerar tanto, eso es lo que que me vino a la cabeza tras mi primer almuerzo en Bibo, el nuevo local madrileño de Dani García.
Vuelve el genio: el Xow del Xef
Dabiz Muñoz es un gran cocinero, uno de los pocos vanguardistas que nos quedan y, sin duda, el último revolucionario. Siempre me fascinó su cocina, aunque me irritara su histrionismo y me desconcertara su desigualdad, pero cuando mucho se arriesga, el peligro de cometer errores también es más alto. Su nueva propuesta, acabada de presentar, supone hallar la cuadratura del círculo, porque estamos ante una suerte de clasicismo vanguardista.
Diego Guerrero es estado puro
DSTAgE acaba de cumplir dos años y en ellos se ha convertido en uno de los restaurantes más interesantes de España, porque la cocina de Guerrero se ha concentrado en lo esencial alcanzando el tuétano de su culinaria. Los platos han pedido en belleza, pero han ganado en profundidad como si pretendiera que la estética, la forma, no nos distrajera del fondo.
El gallego bohochic
No sé si habría acudido a Atlántico tan ilusionado como lo he hecho si no fuera por el nombre de su impulsor, Pepe Solla, uno de los grandes cocineros gallegos. Y lo cierto es que me ha gustado en conjunto, algunos platos mucho y el lugar, con ese ambiente bohemio, aún más.
Colipoterras y reinas destronadas
El restaurante Montemar es un erizo envuelto en sedas y protegido por plumas, porque contando con uno de los parajes más bellos del mundo, todo en él resulta áspero en demasía. Y eso que es el más refinado... pero el portugués de raza, las boas familias, como ellas se autodenominan, son de gustos sencillos en el comer, más castizos que refinados, amantes de guisotes, mariscos y abundantes raciones.
El botijo arrasa en Washington
Nunca se me habría ocurrido ir a un restaurante español fuera de España, pero me moría de curiosidad, así que escogí uno de sus locales más populares de Washington, Jaleo, una especie de tapas y olé, un concepto de comida rápida pero española cien por cien. Y no fui defraudado, porque el éxito es admirable. Ya era hora.
Los insondables misterios de la fama
Cuando visité el recién abierto y excelente Carlos Oyarbide, vacío un sábado a mediodía, me pregunté cuál era la razón de esa escasa afluencia. Y es que solo se me ocurren razones para que esté lleno: el cocinero es conocido y pertenece a una saga brillante, practica una cocina elegante y comprensible y en Madrid nos apasiona lo navarro. Un restaurante que es para los más clásicos y para los modernos que necesitan un respiro. Y que encima, es de los más asequibles de Madrid.
Cocina Meiji
Inquieto y descontento por naturaleza, Roberto Limas fue cocinero revelación 2004 y la gran sensación de los primeros 2000 con su restaurante Faisandé. Aturdido por tanto éxito, desapareció y reapareció en las montañas, en calles literarias y en restaurantes de moda, volviendo a desaparecer para desesperación de sus fans. Pero mentes visionarias del grupo Sushi 99 lo rescataron hace meses para revolucionar la cocina japonesa.
El oasis valenciano
La primera pregunta que me asalta al visitar Quique Dacosta es cómo se puede conseguir la fama mundial, numerosos galardones y por ende tres estrellas Michelin, estando en un lugar alejado de los grandes centros gastronómicos, sin ninguna tradición de alta cocina y hasta distante de cualquier gran ciudad. La respuesta es, sin duda, creatividad, talento y esfuerzo.
LaKasa: más bistrós y menos tascas
La cocina del restaurante lakasa, que se acaba de cambiar de local, sigue siendo de extraordinaria calidad, bueno el servicio capitaneado por la bella mujer del chef y admirable el amor por los pequeños detalles. Solo ha cambiado lo mejorable, o sea, la estética general, los manteles y la calidad y cantidad de la carta de vinos, además de haber incluido unos bellos platos de cerámica de una artesana escurialense llamada Isabel.
Las asechanzas del pasado
Piñera es un restaurante sumamente correcto en lo gastronómico pero que está, como los políticos de cincuenta, en una crisis de identidad. Ni son vieja política ni se les acepta en esa llamada nueva y no apta para mayores de cuarenta. Pues así es su cocina, enternecedoramente anticuada unas veces, deliciosa otras y casi siempre triste, como un ajado galán que aún sueña con los dorados tiempos de la juventud perdida.
Larrumba, Vips 3.0
Detesto las fórmulas fáciles de "dar a la gente lo que quiere" -con todo lo difícil que es esto-, porque esa frase siempre presupone que el público se conforma indefectiblemente con lo más fácil y carente de calidad. Y algo de eso pasa en los restaurantes del grupo Larrumba.
Freixa en Bogotá
Con grandes ventanales, cocina a la vista, plantas colgantes y mesas grandes y muy cómodas, este bonito establecimiento en Bogotá ofrece una carta larga y pensada para un público de todos los gustos, tan variada que aquí se puede venir casi cada día. Y tiene ese toque de gran técnica, modernidad y altísima cocina que impregna hasta la obra más popular de Ramón Freixa.
La lotería es el talento
En Arahy, que así se llama el restaurante, se ha mantenido el espíritu clásico y burgués del lugar, donde antes estaba el Club 31. Allí, el chef de origen cubano José Raimundo Ynglada ofrece muchos platos de buena plancha, recetas clásicas y sencillas y alguna concesión al amor conyugal y a las modas en forma de ceviches, tiraditos, tatakis y tartares.