"No me ha 'gustao' físicamente. A ver, si lo veo por Ciudad Real que vivimos, pues lo saludaré 'hola qué tal'", le ha soltado Raquel sin medias tintas.
¿Pero por qué narices nos besamos? ¿Por qué el intercambio de saliva, el olor de los recovecos interiores de la boca de otra persona o incluso los restos de lo último que ha comido o bebido se han convertido en el pasaporte al deseo, a la pasión, al cariño y al amor romántico?
No sé si mi yo de 14 años se sorprendería al saber que, 22 años después, todavía sigo de la mano del chico del que me enamoré. No sé si se sorprendería al enterarse de que estamos casados y de que tenemos dos hijos. Incluso entonces, sabía que había algo especial en él y en nosotros. Pero la relación ha necesitado esfuerzo, compromiso y más compromiso constante.