De deporte de masas en los 90, capaz de reunir a siete millones de espectadores en una etapa, a su pérdida de influencia social en 2019. ¿Por qué ya no es tan popular?
Los Alpes son la última frontera de este Tour de Francia, la que separa el territorio del dolor en las escarpadas cumbres al de la gloria en los Campos Elíseos. Más que nunca, en esta edición se cumplirá la sentencia que da como vencedor en París a quien sale de amarillo en Alpe d'Huez.
Las noches cortas, preludio del estío, guardan el sueño de los campeones. Arrullados por las aguas de la histórica Utrecht, sueñan los campeones con héroes de antaño, saboreando la dulzura del último reposo sereno antes de la partida.
A pocos días del inicio del Tour de Francia las cartas ya están encima de la mesa. Los principales favoritos a la victoria apuran su pico de forma en las últimas competiciones antes del inicio de la ronda gala. Estos días les hemos visto en escenarios diferentes, casi desarrollados de manera paralela.
A diferencia de los corredores comunes, Alberto Contador actuó en este Giro como solo pueden hacer los elegidos; aquellos que pasaron a la historia y entraron en el reducido grupo de hombres honorables cuyas gestas se cuentan en la literatura ciclista, rostros en blanco y negro que transitaron los mismos caminos terrosos bajo los mismos cielos.
El Giro de Italia habla español, como diría el tópico. El español de Alberto Contador, que cada día de esta carrera engrandece su figura y empieza a convertirse en leyenda, como en leyenda se convirtió Marco Pantani, el escalador soñado, y el escalador admirado por Alberto.