Diez años después del atropello del caso Severo Ochoa, Esperanza Aguirre, "liberal de toda la vida", trabaja en una empresa privada dedicada a la búsqueda de talentos, gracias seguramente a su demostrada habilidad para elegir colaboradores: Lamela, catapultado por la puerta giratoria hacia el negocio del turismo sanitario; otros varios en la cárcel, imputados o en trámite de serlo... Desde luego, méritos para ser alcaldesa no le faltan. ¿Verdad?