Ha llegado la hora de la revolución digital en el sector de la salud
Uno de nuestros sellos de identidad como europeos es nuestra creencia de que debemos ofrecer a nuestros ciudadanos la mejor atención sanitaria posible. Debemos adaptarnos y la tecnología digital nos ayuda a enfrentarnos al cambio.
Europa se enfrenta a un dilema: los costes de los servicios sanitarios aumentan al tiempo que el sector público se ve obligado a una contracción del gasto. Muchas personas de edad avanzada están preocupadas por la atención que recibirán, mientras que los más jóvenes se preguntan si dispondrán de medios para costeársela.
Los cuidados de salud en Europa han recorrido un largo camino. En la actualidad, hay un acceso casi universal a una atención sanitaria de calidad; los avances de la medicina se han traducido en la curación y el tratamiento de enfermedades anteriormente incurables, los avances científicos y las campañas de vacunación han erradicado prácticamente muchas enfermedades y nuestros conciudadanos han visto aumentar su esperanza de vida.
Pero, fundamentalmente, los sistemas sanitarios europeos se concibieron para hacer frente a un modelo de cuidados intensivos, basado en la atención de urgencia y en la cirugía acompañada del ingreso en hospitales.
En la actualidad, sin embargo, muchas enfermedades son degenerativas y de larga duración. Cada vez más personas padecen una o varias enfermedades crónicas y esta tendencia seguirá en aumento a medida del envejecimiento de la población. Las personas que sufren este tipo de enfermedades no necesitan siempre el mismo modelo de asistencia sanitaria y prefieren vivir de forma autónoma en su propio hogar, evitando continuos y engorrosos desplazamientos al médico.
Así pues, debemos adaptarnos y la tecnología digital nos ayuda a enfrentarnos al cambio. Puede tratarse de dispositivos de seguimiento a distancia que miden y controlan el estado de salud a domicilio y transmiten los resultados al centro hospitalario, de soluciones de telemedicina que permiten recibir el diagnóstico de un especialista sin tener que desplazarse, de robots domésticos, o de sencillas aplicaciones móviles para asumir el control de la propia salud. Y no se trata de ciencia ficción: las soluciones ya existen y muchas de ellas han sido puestas a punto aquí, en Europa. Permiten la prestación de atención sanitaria de mejor calidad y a más pacientes, liberando recursos humanos en los hospitales. A largo plazo, también pueden traducirse en una reducción de los costes, mejorar la eficacia de los sistemas sanitarios y sentar las bases de un sector de futuro.
No obstante, existe un importante desfase entre la tecnología de salud en línea y los pacientes. El sector se ha mostrado indeciso a la hora de incorporar la revolución digital, prefiriendo mantener modelos y métodos tradicionales, y los responsables políticos han preferido no interferir en un sistema que ha funcionado bien en el pasado.
El nuevo plan de acción europeo de salud en línea lanzado este mes indica cómo sacar provecho de las ventajas digitales a fin de prestar una mejor asistencia sanitaria a nuestros ciudadanos. El objetivo es eliminar los obstáculos a la oferta de servicios sanitarios más inteligentes, más seguros y más centrados en el paciente.
Se trata de dar a los pacientes y a los trabajadores del sector de la salud las competencias y la confianza necesarias para utilizar las nuevas tecnologías, lo que supone ligar estos dispositivos para que puedan comunicarse entre sí evitando derroches y repeticiones; invertir en investigación sobre la medicina personalizada del futuro; mejorar la sensibilización y la confianza en las ventajas de utilizar los servicios de salud en línea para los pacientes, los profesionales de la salud y los sistemas sanitarios; y ofrecer a las pequeñas empresas el apoyo necesario para que proporcionen las innovaciones que necesitamos.
Sin embargo, a medida que aumenta el número de personas que comienzan a utilizar aplicaciones y otros dispositivos para asumir el control de la información sobre su propia salud, es necesario instaurar un clima de confianza, aclarando, por ejemplo, las incertidumbres jurídicas que pesan sobre la seguridad, la calidad y la transparencia.
Pero por encima de todo, significa hacer frente a lo inevitable y comprometernos con el cambio. Esto está empezando a suceder. Todos los Estados miembros se han adherido a una red de salud en línea voluntaria para acordar directrices de interoperabilidad que faciliten la incorporación de los servicios de salud en línea en la asistencia sanitaria transfronteriza.
En el marco de laAsociación europea para la innovación en el ámbito del envejecimiento activo y saludable, 3.000 partes interesadas se han comprometido a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, beneficiando directamente, en total, a cuatro millones de europeos. Es una buena combinación de iniciativas que parten de la base y de la acción de la UE. Todas las partes interesadas han comprendido que trabajar juntos es mejor y más eficiente que empezar desde cero y reunirlas es el compromiso de la UE. Este enfoque capilar revela que podemos aprender y crecer más rápidamente que si esperamos que los países se agrupen para avanzar en bloque.
Uno de nuestros sellos de identidad como europeos es nuestra creencia de que debemos ofrecer a nuestros ciudadanos la mejor atención sanitaria posible. Hoy y mañana esto significa trabajar juntos para mejorar la calidad de vida mediante la tecnología de salud en línea.