Las cifras demuestran que levantar un muro en Calais no es la solución
En vez de gastar dinero público en un muro altamente inefectivo, se deberían establecer puntos de información en el norte de Francia. Así los refugiados tendrían las herramientas necesarias para identificar en qué países es mejor solicitar asilo según las circunstancias de cada uno y para empezar con los extensos procedimientos legales.
El Ministerio del Interior británico ha comenzado a trabajar en una nueva medida para detener el flujo de inmigrantes que llegan a la costa. Esta vez se trata de un "nuevo gran muro". Este muro de cemento, que recorrerá un kilómetro a lo largo de la carretera del puerto de Calais, estará equipado con cámaras y un sistema de iluminación especialmente diseñados para evitar que entren los refugiados y las personas desplazadas. "Ya hemos construido una valla , ahora vamos a hacer un muro", confirma el ministro de Inmigración, Robert Goodwill.
Se trata de una declaración algo extraña, sobre todo porque Goodwill parecía haber reconocido que la valla -que costó 7 millones de libras (más de 8 millones de euros) y está hecha de metal y de alambre de espino- no había funcionado. No parece que gastar 2,2 millones de euros más en la misma estrategia vaya a convertirse en una solución permanente al creciente problema. De hecho, cada vez está más claro que si Reino Unido y Francia quieren resolver la crisis humanitaria que les afecta, se necesita un nuevo enfoque.
La ONG Refugee Rights Data Project (RRDP) lleva desde enero recopilando información sobre las comunidades de refugiados del norte de Francia. Sus hallazgos son sorprendentes y arrojan luz sobre las medidas que podrían tomar los Gobiernos de Reino Unido y de Francia para aliviar la situación: reducir el número de personas que intentan entrar en Reino Unido de manera ilegal de acuerdo con las normas humanitarias internacionales.
EL MURO NO VA A FUNCIONAR
Los planes de Goodwill subestiman la determinación de los más de 10.000 refugiados y desplazados que viven en la zona norte de Francia. Durante la investigación de la ONG RRDP, que tuvo lugar en julio y agosto, un 27,5% de los encuestados en el campamento de Calais afirmaron que llevaban viviendo allí por lo menos seis meses. Un 12,7% respondió que llevaba un año o más.
Eso significa que un 25% de los residentes del campamento se quedaron en él a pesar del desalojo por la fuerza que llevaron a cabo las autoridades francesas en la parte sur del campamento el pasado mes de marzo. A pesar de las duras condiciones meteorológicas propias del invierno, un 60,4% de los refugiados vivían en lugares con goteras y un 68% únicamente dependía de las mantas y de la quema de desperdicios para entrar en calor.
Casi la mitad de los encuestados han sufrido violencia por parte de algunos ciudadanos y un 75% de ellos por parte de la policía de Calais. Han sufrido abusos verbales, los efectos del gas lacrimógeno, los ataques de perros agresivos al intentar entrar ilegalmente en Reino Unido o en su día a día en el campamento. Además, un 76,7% de ellos padecieron problemas de salud como consecuencia de las insalubres condiciones del campamento.
A pesar de estas condiciones, muchos integrantes del campamento afirmaron que nunca dejarían de intentar llegar a su objetivo. Un 86,4% afirmó que se quedaría en Calais, dormiría en la calle, se trasladaría a Dunkirk (un campamento cercano) o no sabría qué hacer si destruyeran el campamento. Construir un muro no va a cambiar estas dinámicas, simplemente alejaría el problema del puerto o animaría a los refugiados y desplazados a arriesgarse aún más para lograr cruzar el Canal de La Mancha.
ES HORA DE INNOVAR
Si levantar barreras no funciona, ¿qué se puede hacer? En RRDP han descubierto que asesorar a los refugiados y a las personas desplazadas para que tomen decisiones fundamentadas con respecto al futuro sería un buen comienzo.
Un tercio de los encuestados del campamento de Calais afirmaron que les gustaría saber por qué es tan difícil ir a Reino Unido y el 46,7% dijeron que la información más importante para ellos era saber cómo llegar de forma legal. Tres cuartas partes de los encuestados reconocieron que no tenían ningún tipo de información sobre la normativa de inmigración europea. Todo esto sugiere que, con la ayuda adecuada, muchos elegirían otro destino o buscarían una forma legal de entrar en el país.
En este contexto, resulta alarmante que no se les proporcione información financiada por el Gobierno en el campamento. Algunas organizaciones voluntarias más pequeñas trabajan sin descanso para llenar ese vacío, como el Refugee Info Bus, que proporciona asesoramiento gratuito sobre inmigración en un remolque para caballos reformado. Sin embargo, debido a la gran demanda de información, estos grupos no tienen suficientes recursos y tienen una carga de trabajo excesiva. Como consecuencia, muchos residentes acaban tomándose la justicia por su mano e intentan llegar a Reino Unido por cualquier medio posible.
El plan de los Gobiernos de Francia y Reino Unido de construir un muro demuestra que hay un malentendido de base con estos asuntos, que lleva -una vez más- a la mala distribución de los recursos destinados a afrontar el problema. En vez de gastar dinero público en un muro simbólico pero altamente inefectivo, se deberían establecer puntos de información en el norte de Francia. Así se les proporcionarían a los refugiados y a las personas desplazadas las herramientas necesarias para acabar con los mitos con los que se topen durante el camino, para identificar en qué países es mejor solicitar asilo dadas las circunstancias específicas de cada uno y para empezar con los extensos procedimientos legales.
Mientras, Reino Unido también necesita dar un paso al frente y honrar sus propias obligaciones legales. Este mismo mes, el grupo Safe Passage identificó a 178 niños en Calais que resultaron ser candidatos elegibles a reunirse con los miembros de su familia en Reino Unido según el Reglamento de Dublín. Y a otros 209 se les debería proporcionar un refugio según una enmienda de la Ley de Inmigración presentada por el político Alf Dubs, tal y como se acordó en mayo en el Parlamento británico. Hasta el momento, no se ha reubicado a ningún niño bajo la nueva normativa.
Si los políticos se van a tomar en serio el asunto de resolver la crisis de Calais, tienen que actuar de inmediato para arreglar este sistema disfuncional. Ya ha quedado bastante claro que no se progresará hasta que se invierta en la educación y el empoderamiento de los residentes del campamento, en vez de en continuar segregándolos y deshumanizándolos.
Este post fue publicado originalmente en la edición de Reino Unido de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Irene de Andrés y Lara Eleno.