Vulnerabilidad y autenticidad en el trabajo YA
Mucha gente cree que la vulnerabilidad es el centro de las emociones oscuras y difíciles que no se quieren sentir, por lo que se pone en guardia en contra de esta apertura del corazón. Lo cierto es que la vulnerabilidad es el centro de todas las emociones, fundamentalmente porque somos seres emocionales.
Mucha gente cree que la vulnerabilidad es el centro de las emociones oscuras y difíciles que no se quieren sentir, por lo que se pone en guardia en contra de esta apertura del corazón. Lo cierto es que la vulnerabilidad es el centro de todas las emociones, fundamentalmente porque somos seres emocionales.
Cuando sentimos emociones difíciles como dolor, vergüenza, miedo, escasez, decepción, etc. esto conlleva una sensación de riesgo e incertidumbre, y además nos sentimos emocionalmente expuestos, casi en carne viva, sin protección ni defensas. Sin embargo, la vulnerabilidad es también el lugar donde nace el amor, la alegría, la conexión con otros, la confianza, la intimidad, la creatividad, y muchas otras emociones positivas. Si dedicamos nuestra vida a vigilar el corazón para que no sea herido, nos apartamos de todo aquello que nos llena y hace que nuestra existencia merezca la pena.
La vulnerabilidad no significa ser débil o sumiso. Por el contrario, implica el valor de ser uno mismo y conectarte con tu verdadera fuerza interna, con tu centro. En el ámbito laboral por ejemplo, esto supone sustituir "la distancia profesional" por incertidumbre, riesgo y exposición emocional. Las oportunidades para la vulnerabilidad se nos presentan en el trabajo todos los días: Desde llamar a un empleado o colega cuyo hijo está enfermo, contactar con alguien que acaba de tener una pérdida en su familia, pedir ayuda a otra persona, asumir la responsabilidad de algo que salió mal en un proyecto, o visitar en el hospital a un compañero o empleado con una enfermedad terminal.
La vulnerabilidad y la autenticidad son la base de las conexiones humanas. Y por desgracia, la conexión humana está a menudo muy ausente en el ámbito laboral. En ocasiones cuando realizo programas para ejecutivos en empresas en los que han de profundizar en sí mismos y compartir con sus compañeros aspectos internos y personales, hay ejecutivos que se acercan después emocionados para confesarme que han sido compañeros durante años y con unos pocos ejercicios se han conocido y conectado mucho más profundamente que en años de trabajo juntos.
¿Por qué falta tanto la conexión humana en el trabajo? A los managers y empleados a menudo se les enseña a mantener distancia y proyectar una determinada imagen: Una imagen de confianza, competencia y autoridad. A veces podemos revelar nuestra vulnerabilidad con la pareja o con un amigo cercano en horas bajas, algo que no mostraríamos en otros momentos, y mucho menos en el trabajo.
Debemos cuestionarnos esa necesidad de proyectar una cierta imagen. Las investigaciones muestran que la gente inconscientemente registra la falta de autenticidad. Estamos programados para observar los estados emocionales ajenos para poder interactuar más apropiadamente, empatizar, o hacer valer nuestros límites, adaptándonos a cada situación. Por lo que cuando no somos genuinos, los demás lo perciben y actúan en consonancia.
¿A qué se debe, pues, que nos sintamos más a gusto con alguien que es auténtico y vulnerable? Fundamentalmente a que somos particularmente sensibles a las señales de confianza, también en nuestros líderes y jefes. El nuevo liderazgo ha de estar basado en valores, sabiendo que cuando hay autenticidad, los comportamientos de los empleados son más positivos y constructivos, ya que surge una mayor sensación de esperanza y confianza en tanto en el líder como en la organización. Un líder vulnerable es visto como un ser humano, y esto es lo que lleva a los empleados a sentirse más cercanos, más leales, más respetados y más dispuestos a apoyarle e involucrarse.